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Mostrando entradas de enero, 2013

Horror Vacui, 1ª parte.

Parodiando la máxima que afirma que “primero hay que vivir y después filosofar”, los antiguos filósofos griegos crearon la que decía, “primero hay que filosofar y después trabajar”. Tenían así la excusa perfecta para pasarse tardes enteras charlando de un tema fundamental: averiguar de qué substancia fue hecho el mundo y de qué manera estaban constituidos los objetos (la materia). Leucipo, Demócrito y Epicuro defendían que a medida que cortamos un objeto en partes cada vez más pequeñas llegará un momento en que ya no podamos dividirlo más, habremos llegado a unas partículas indivisibles e indestructibles que nos rodean por todas partes, los átomos; que se movían en un espacio vacío y según como se combinaban daban origen a los distintos cuerpos. Por otra parte y como siempre pasa, estaban Platón, Aristóteles y sus seguidores defendiendo que al dividir más y más la materia llegaría   el momento en que no podríamos dividir más por falta de instrumentos para la tarea, pero sería

Perspectivas

Creo que todos estamos inmersos en una misma realidad. Y también según vayan nuestros deseos, emociones, prejuicios, vivencias... entran en juego aquello de que “la realidad depende del cristal con que se la mire” . Y tú ¿Cómo ves a la realidad de los dos personajes?

Un físico en Esalen

En la década de los 60, en el Instituto Esalen, Claudio Naranjo aprendió Gestalt en los seminarios y cursos de entrenamiento dirigidos por Fritz Perls que rápidamente convirtió al Instituto en una especie de meca de la Gestalt. Heredero de la actitud terapéutica de Perls, Claudio no deja de insistir en que le miremos como modelo del quehacer gestáltico, en cuanto a que actuaba según los principios que defendía, haciéndose responsable tanto de sus tendencias neuróticas como de la práctica de vivir sanamente. Perls decía de sí mismo, “soy mitad hijo de dios y mitad hijo de puta”. En el mundo de la física encontramos su análogo en Richard Feynman, de quien decían que era “mitad genio, mitad bufón”. Los dos tenían en comun esa capacidad de penetrar en lo esencial de las cosas y de vivir sin ataduras a los convencionalismos, de manera que para Feynman recibir el premio Nobel no significó más que un montón de recepciones, enredos burocráticos y fiestas a las que asistir s

El terapeuta ideal

Son condiciones necesarias (pero no suficientes), que el terapeuta posea tres competencias relacionales (Rogers, 1951): Aceptación, que es el interés que el terapeuta muestra hacia su cliente y sus problemas, Empatía (1) como la capacidad de poder comprender a las personas más allá de lo que ellas expresan (“ponerse en los zapatos del otro”) y Autenticidad, como la franqueza del terapeuta con el paciente, para que este tenga una imagen realistas de lo que puede y no puede esperar sobre el terapeuta o la terapia.  Todo y así es bastante habitual que el cliente pida algo más, al punto de que Leonard Krasner dice con ironía: "El terapeuta ideal es: maduro, bien adaptado, compasivo, tolerante, paciente, amable, discreto, que no elabore juicios de valor, aceptante, permisivo, no crítico, cálido, agradable, interesado en los seres humanos, respetuoso, que estime y trabaje por una relación interpersonal democrática con todas las personas, libre de prejuicios raciales y religioso