Richard Feynman no solo fue un gran investigador, sino también un extraordinario maestro y un hombre de personalidad poderosa: una leyenda a la manera de Einstein. Eterno iconoclasta, muchas veces trataba a la autoridad y al mundo académico con la misma falta de respeto que mostraba hacia el formalismo matemático rígido, rompiendo con las reglas cuando encontraba a estas arbitrarias o absurdas.
"Que innecesario es inventar fantasías cuando la verdad es más fascinante" (Jamie Kaler)