No hubo sorpresas, el Premio Nobel de Física ha ido a parar a los Sres. Peter Higgs y François Englert, y desde que han descubierto la “maldita” partícula, no he dejado de ganar peso. Este extraño fenómeno coincide con otro no menos importante: el de que posiblemente se esté escribiendo un nuevo capítulo en la física de lo muy pequeño. Tranquilos…, no colaboro en ello. Hace tiempo que los físicos se preguntaban: ¿Por qué el mundo está hecho de materia? ¿Cuál es el origen de la masa de los cuerpos? ¿Por qué partículas como los electrones o los protones tienen masa y otras como los fotones o el gravitón no la tienen? (esta última es la supuesta partícula responsable por producir la gravedad, y de momento una mera especulación). De todos estos temas se suelen ocupar los físicos teóricos, personas con la desfachatez suficiente para pensar sobre todo lo que existe, o sea, el mismísimo universo. En 1964 aparecen algunas soluciones matemáticamente sólidas a la pregunta de por
"Que innecesario es inventar fantasías cuando la verdad es más fascinante" (Jamie Kaler)