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Mostrando entradas de 2016

La silla de Perls (3)...

Posiblemente haya tantas formas de hacer “gestalt” como la de “gestaltistas”. Y no puede ser de otra manera en un tipo de terapia que exige la autenticidad de uno mismo cuando se la está practicando. “Yo recuerdo mi experiencia de asistir a un primer grupo con Perls habiendo oído que era un cirujano, y que era muy directo; uno tenía que estar preparado para dejarse meter el cuchillo y para mí la experiencia más importante con Perls fue simplemente transitar por esa situación. Para mí lo terapéutico de mi primer encuentro con él fue encontrarme con un miedo a la verdad, miedo a que me dijera cosas muy duras y luego hacerme la reflexión: ¿acaso no estoy buscando yo la verdad?, ¿acaso no vengo yo a esto, justamente a esto, a encontrarme con mi verdad?, y de pronto me resultó como “2 + 2 = 4”, que si yo estoy buscando la verdad y él me dice la verdad, por dura que sea, no puede dolerme y yo se lo agradeceré. Y me pregunté entonces: “¡ah! Y si me dice algo que es duro y no es la v

Freud, Perls & Einstein...

“Dos cosas son infinitas: la estupidez humana y el universo; y no estoy seguro de lo segundo”. Esta es una muy famosa frase que aparece reiteradamente en la Internet y se le atribuye al genial físico Albert Einstein. Sin embargó, no es de él. Es del terapeuta Fritz Perls, quien, en 1940 publicó un libro donde revisaba el trabajo de Sigmund Freud.  Fritz escribió: “Como los tiempos modernos promueven una alimentación apresurada, no es extraño aprender lo que dijo un gran astrónomo: ‘Dos cosas son infinitas por lo que sabemos, el universo y la estupidez humana’. Hoy sabemos que esta declaración no es del todo correcta. Einstein ha demostrado que el universo es limitado”. Es decir, Fritz atribuyó la frase a “un gran astrónomo”. Einstein no era eso. Quien se la adjudica al autor de la teoría de la relatividad, se confundió con la frase final.                                                                           (Encontrado en la red)

Elogio de la locura ...

Richard Feynman, futuro Premio Nobel de Física en 1965, tuvo que acudir al examen médico para saber si era apto para el reclutamiento que tuvo lugar después de la S egunda G uerra M undial, dada la “necesaria” ocupación de diversos sitios estratégicos sobretodo en Alemania. Y se tenía que estar realmente en mal estado para que la oficina del Ejército no hiciera la vista gorda. Sus conversaciones con los psiquiatras están recogidas en sus memorias "¿Está usted de broma, Sr. Feynman?" y, la verdad, no tienen precio. Aquí reproduzco algunas de ellas:

Mar en calma...

“Una práctica regular de la meditación es un buen método para desarrollar la aptitud de estar consciente, una fuerza que podría convertirse en más potente que la inclinación a los malos hábitos. El poder de la plena conciencia te da la fuerza de hacer las cosas de manera diferente, y de encontrar el coraje de ir más allá de aquello que te limita habitualmente. Durante bastantes años, he sufrido un fuerte sentimiento de rechazo cada vez que una persona me ha hecho daño. No era capaz de dirigirle la palabra durante largo tiempo. Un día, noté este hábito cuando estaba apareciendo. Vi claramente que estaba a punto de cerrarme a la otra persona. En aquel momento, el poder de la plena conciencia era suficientemente potente para pararme y ofrecerme la ocasión de responder a la situación de manera diferente. Me quedé aterrorizada por este terreno desconocido en el cual me disponía a penetrar. Pero escogí ir más allá del miedo, sonreír e ir hacia la otra persona en lugar de alejarme. Me s

El silencio de Martine Batchelor...

Japón, primera mitad del siglo XIV, durante el shogunato de los Ashikagaka. Un templo perdido en la montaña. Cuatro monjes zen han decidido hacer un sesshin (una especie de retiro) en silencio absoluto. El frío es intenso. “¡Se ha apagado la vela!”, dice el monje más joven. “¡No tienes que hablar, estamos haciendo un sesshin de silencio total!”, observa severamente un monje de más edad. “¡Por qué habláis en vez de callar como habíamos convenido!”, señala con humor el tercer monje. “¡Soy el único que no ha hablado!”, dice con satisfacción el cuarto monje. En un retiro de meditación similar al nuestro ( aquí ), tenemos la posibilidad de practicar el contacto y la toma de conciencia de aspectos importantes de nuestra manera de ser y de cómo nos relacionarnos con el entorno. En él creamos las condiciones internas y externas que facilitan el aprendizaje y cultivo de la conciencia en la atención plena. El silencio, el ambiente agradable, la comida sencilla, la presencia de uno

Miedo a la incertidumbre...

Richard Feynman no solo fue un gran investigador, sino también un extraordinario maestro y un hombre de personalidad poderosa: una leyenda a la manera de Einstein. Eterno iconoclasta, muchas veces trataba a la autoridad y al mundo académico con la misma falta de respeto que mostraba hacia el formalismo matemático rígido, rompiendo con las reglas cuando encontraba a estas arbitrarias o absurdas.