Ir al contenido principal

Entradas

Mostrando entradas de 2017

Cadenas de libertad…

Cualquier precaución es poca… Los paseos en bicicleta son una actividad muy atractiva, tanto de ocio como de desplazamiento. Así que recuerda tener siempre en mente la importancia de la visibilidad. Y no solo de ver, sino de poder ser visto fácilmente. Ten en cuenta cosas como adoptar una posición adelantada cuando pares en un semáforo, llevar una trayectoria predecible y señalizar todos y cada uno de tus movimientos con los brazos. Los demás usuarios de la vía no tienen por qué adivinar que quieres girar a la derecha o cambiarte de carril. También debes tener en cuenta que los vehículos largos, como autobuses, tienen muy poca visibilidad en los costados: evita colocarte en esos puntos ciegos. Lleva casco, viste con colores llamativos y recuerda que las luces son imprescindibles incluso durante el día (siempre han de ser blancas delante y rojas detrás). Y por la noche es muy importante vestir ropa clara y llevar un chaleco reflectante para ser visto en la oscuridad. ¡Ah

Los primeros pasos...

Cuando llegó mi turno, subí las escaleras al pequeño cuarto que había sobre la sala de meditación, llamé, se me invitó a entrar, entré y me senté. Hubo unos momentos de silencio. Supongo que ella (la maestra zen) me estaba dando la oportunidad de empezar. Seguí en silencio. Probablemente percibió lo embarazoso de mi situación. Yo era más bien tímido. Me miro de una forma muy directa. Era imposible adivinar cómo se sentía, pero yo percibía amabilidad en sus ojos. Tras lo que me pareció un tiempo larguísimo, pero que no pudo ser más de un minuto, me ayudó: “¿Quisieras comentar alguna cosa?” En ese contexto, se trataba de una pregunta muy abierta. Podía haberla considerado de muchas formas. Podía muy bien haberme servido de pretexto para hablar sobre ciertas cuestiones técnicas de la práctica meditativa o como una excusa para hablar de mi vida. Sin embargo, me quedé más paralizado que antes. “¿Quisieras comentar alguna cosa?” exigía de algún modo una respuesta que no fuera mer

Escribo para desasosegar...

La mayoría de las citas que corren por internet son falsas... Bueno…, no tanto. También están las inexactas y las que son verdaderas. Otro apartado interesante son las frases “tuneadas”; aquellas que modifican las originales, las erradamente atribuidas a determinados autores, las que se traducen mal, o bien las que se sacan fuera de contexto. La cuestión es que tengan impacto, poniendo en evidencia una característica de la información actual: fácil lectura y contenido corto. De manera que al mirar la frase de la foto, es de esperar que nuestro sentido común no tenga problemas en aceptar a la misma cómo perteneciente a uno de los autores más inquietantes del siglo XX, convencidos de que tiene de estar relacionada con su famoso “Libro del desasosiego”. Pero sabemos que no es suya. Pertenece a José Saramago, otro grande escritor portugués, y que fue pronunciada durante la presentación de su libro “Caín”, una novela irreverente, irónica y mordaz sobre el célebre fratricidio b

El inquietante Atomic Energy Lab…

¿Quiere que su hijo se gane la vida en el laboratorio de Los Álamos o vendiendo proyectos secretos a Irán? ¿O que llegue a ser como Peter Parker a la hora de obtener superpoderes por la picadura de una araña irradiada por la energía nuclear? Antes esto era algo más fácil. Muchos lo consideran “el juguete más peligroso del mundo”…, y no, no era un libro sobre pensamiento crítico. Solo era un pequeño laboratorio infantil producido en una época en que las normas para que un juguete saliera al mercado eran muchísimo más relajadas. El kit educativo de energía atómica costaba 50 dólares, un valor bastante elevado en aquel entonces y equivalente a unos 400 euros actuales. Incluía cuatro tipos de muestras de uranio, un espintariscopio, una cámara de niebla, un electroscopio, un contador Geiger, un cómic y un par de manuales, incluyendo uno sobre cómo buscar uranio. Pienso que el contador Geiger también daba a los padres la infeliz oportunidad de medir cuán contaminado

Un Buda muerto...

En una fría noche de invierno, un asceta errante pidió asilo en un templo. El pobre hombre estaba tiritando bajo la nieve, y el sacerdote del templo, aunque era reacio a dejarlo entrar, acabó accediendo: “Está bien, puedes quedarte, pero sólo por esta noche. Esto es un templo. No un asilo. Por la mañana tendrás que marcharte”. A altas horas de la noche, el sacerdote oyó un extraño crepitar. Acudió rápido al templo y vio que el forastero había encendido un fuego y estaba calentándose. Observó que faltaba un Buda de madera, y preguntó: “¿Dónde está la estatua?” El otro señaló al fuego con un gesto y dijo: “Pensé que iba a morirme de frío...” “Estás loco? ¿Sabes lo que has hecho? Era una estatua de Buda. ¡Has quemado al Buda!” El fuego iba extinguiéndose poco a poco. El asceta lo contempló fríamente y comenzó a removerlo con su bastón. “¿Qué haces ahora? - vociferó el sacerdote”. “Estoy buscando los huesos del Buda que, según tú, he quemado”.   Más tarde,