Después de una
pequeña hibernación espacio-temporal, vuelvo a mi blog.
Bueno, ahora con
un nuevo nombre y con intereses algo distintos.
Y lo hago con este
maravilloso cuento de Manuel Corroza.
Le había pedido
algo corto y sencillo, pero ha preferido no ahorrar en generosidad.
Felizmente cuento
con buenos amigos virtuales…
“Una manzana, un
diablo y un gato. Pongamos que usted y yo estamos sentados en una mesa, frente
por frente. Yo le doy a usted tres cartas. La primera tiene dibujada una
manzana, la segunda un diablo (con sus cuernos, su rabo y su tridente) y la
tercera un gato. A continuación le pido que sea creativo y me cuente una
historia en la que intervengan la manzana, el diablo y el gato. Usted puede
imaginar lo siguiente, por ejemplo: “el diablo iba paseando, se encontró una
manzana en el suelo, se la comió y se convirtió en gato”. Es una historia
sencilla, coherente, fácil de entender y bien estructurada, con su exposición,
nudo y desenlace. Probemos otra vez: “el diablo iba paseando, se encontró un
gato y, como tenía hambre, lo convirtió en una manzana y se la comió”. De
nuevo, una historia sencilla, inteligible y ordenada, con algunos parecidos con
la primera historia: en las dos aparece un diablo paseando, en las dos se
encuentra con algo (una manzana y un gato, respectivamente) y en las dos el
diablo hace la misma cosa (se come una manzana).
Ahora bien, en la
primera historia al diablo le ocurre algo
(que se convierte en gato tras comerse la manzana) mientras que en la segunda
es el diablo el que hace que ocurra algo
(convierte al gato en la manzana que después se comerá). Pero en esencia, las
dos historias hablan de diablos itinerantes, de encuentros inesperados y de
transformaciones misteriosas.
¿Y si complicamos
un poquito la historia? Veamos: “el diablo estaba sentado debajo de un manzano.
De repente, empezaron a caerle manzanas desde las ramas del árbol, una gran
cantidad de manzanas. Las manzanas verdes y las maduras caían a la misma
velocidad, porque tenían el mismo volumen, la misma forma y el mismo peso. El
diablo decidió ir separando las manzanas de ambos tipos conforme iban cayendo
mezcladas. Con gran habilidad y rapidez, el diablo agarraba las manzanas en el
aire y las depositaba en cestas distintas, una para las verdes y otra para las
maduras. En ese momento, un gato pasó por su lado, atraído por el olor de la
fruta. El diablo sabía que los gatos comen a menudo manzanas maduras pero
mueren cuando comen manzanas verdes, aunque no son capaces de distinguir unas
de otras. Y como a fin de cuentas se trataba de un diablo y no de un alma
caritativa, ideó una travesura cruel: introdujo una manzana verde y una madura
en una gran caja de madera con dos compartimentos separados por un tabique.
Colocó una manzana en cada compartimento, a continuación giró la caja varias
veces con su rabo luciferino y luego la depositó al pie del árbol, de modo que
no se podía saber en qué lado de la caja estaba cada manzana. La caja podía
abrirse por ambos lados, uno por cada compartimento. Así que el diablo guió con
zalamerías al gato hasta la caja y a continuación abrió la portezuela que
estaba más cerca del felino. El gato penetró en la caja y el diablo cerró la
portezuela, sin saber si el animal había penetrado en el compartimento con la
manzana verde o con la madura. El diablo esperó unos minutos y se aproximó a la
caja. Antes de abrir la portezuela se preguntó, con deleite e impaciencia, si
el gato estaría vivo o muerto”.
¡Un momento! ¿Qué
ha pasado aquí? ¿Por qué hemos pasado de dos historias sencillas, cortas y
banales –diablos que se encuentran con gatos o manzanas y terminan comiéndose
las manzanas o convirtiéndose en gatos- a una narración alambicada en la que
aparecen manzanas que caen del árbol, diablos que las separan en cestas
distintas y gatos encerrados en cajas? La respuesta es muy sencilla. Las dos
primeras narraciones son cuentos triviales y poco imaginativos que parecen
sacados de un test de asociación de ideas. La tercera narración, la más larga,
es la historia de la Física. Recapitulando: a partir de una manzana, Isaac
Newton formuló la Ley de la Gravitación Universal y las leyes del movimiento. A
partir de un diablillo travieso, James Clerk Maxwell propuso un imaginativo
contraejemplo de la Segunda Ley de la Termodinámica. A partir de un gato y una
caja, Schrödinger ilustró las contra intuiciones derivadas del colapso de la
función de onda. Tres de las grandes
señas de identidad de la Física se concentran en los dibujitos de las cartas
que yo le he enseñado a usted: la manzana (la fuerza gravitatoria), el diablo
(los principios de la termodinámica) y el gato y la caja (la mecánica
cuántica). Parece mentira lo que se puede conseguir con solo tres cartas,
¿verdad? Imagínese usted la cantidad de historias que podríamos contar con una
baraja entera, además de jugar al mus o al siete y medio. La buena noticia es
que la Física está plagada de historias como esa, de buenas y entretenidas
historias. ¿De verdad necesita usted creer que la Tierra es plana como una
moneda de euro, que el agua tiene memoria, que ingerir virutas de clavo en una
dilución 3C le ayudará a tener una salud de hierro, que el feng-shui es algo
más que una forma de colocar los muebles por la casa sin tener que contratar a
un interiorista o que puede encontrar agua bajo el suelo utilizando un
tirachinas de madera de fresno? Usted sabe que todos necesitamos historias, que
sin buenas historias nuestra vida sería una superficie gris y monótona, como
una encimera de granito de Porriño. La Física –la de verdad, la fetén, la que
vale- es en realidad una colección de hermosa historias coloreadas con números, ecuaciones, fórmulas,
poleas, planos inclinados, electrones saltarines o senderistas, campos de
fuerza, sonidos flotantes, herraduras magnéticas, dobles rendijas, primas de
luz y tantas y tantas otras cosas. Son partes de una gran historia, con un
origen diáfano y un desarrollo largo y lleno de vericuetos pero, a diferencia
de las películas y series de Netflix o HBO, sin un desenlace conocido o
previsible. Y eso es lo hermoso del guión de la Física: que constituye una
buena, una buenísima historia, alumbrada en las fogatas de la historia humana,
una historia sin final conocido, una Historia Interminable.
Y precisamente,
como nos gustan las buenas historias, no queremos que nos vengan con cuentos.
Pasen. Pasen y
lean.”
O Gato fica vivo, em todos casos, sim?
ResponderEliminarLa Asociación de Protección de los Gatos han presentado varias denuncias contra el maltrato protagonizado por varios físicos cuánticos.
Eliminar